Ni Valverde, ni Setién, ni Koeman ni, ahora, Xavi. Cuatro entrenadores de diferente corte, con perfil distinto, con libros de estilo distanciados y pizarras muy alejadas, han coincidido sin matices en una decisión inequívoca: no darle bola a Riqui Puig.

La sensación que existe en el club con el de Matadepera es que el cromo, de tan repetido, se está empezando a desgastar, así como su etiqueta de eterna promesa, que tiene ya visos de quedarse caduca. No en vano llegó al primer equipo hace ya más de cuatro años, con Ernesto Valverde en el banquillo. Desde su debut, el 5 de diciembre del 2018 en un partido de Copa ante la Cultural Leonesa, hasta ahora, todo lo que ha producido este menudo centrocampista son destellos y poco más.

Destellos de genialidad, de talento, de juego ofensivo, de pases inverosímiles y goles surrealistas, pero simplemente eso, destellos. Porque al final, Riqui Puig parece un jugador moldeado para vivir breves instantes, sin continuidad ni regularidad. Tan pequeños, que su recorrido por el primer equipo del FC Barcelona es más anecdótico que otra cosa, con 51 partidos, la mayoría saliendo como suplente y un raquítico gol, el que marcó la pasada temporada ante el Elche…¡y de cabeza!

Si con Valverde y Setién se convirtió en poco más que una comparsa, con el aterrizaje de Koeman pasó directamente al más absoluto ostracismo, viviendo más en la grada que en el banquillo. La excusa del lobby Riqui Puig, porque lo tiene y con muchos partidarios, era que el técnico holandés le tenía manía, y que apostaba por futbolísticas físicos antes que los talentosos.

De ahí, que con la llegada de Xavi Hernández se abriera las puertas del cielo para el canterano: aterrizaba un entrenador que ya intentó en su día su cesión al Al Sadd, por lo que parecía que empezaría a ser un habitual en el once. Esta idea se refrendaba tras las imágenes de uno de los primeros entrenamientos de Xavi, facilitadas por el club, en el que se veía al técnico y a Riqui Puig abrazados, potenciando la idea de que el de Matadepera iba a resurgir cual ave Fénix.

Pues bien, la cosa se ha quedado en poco más que el vuelo de una gallinácea. De los 15 partidos que ha dirigido Xavi, sólo en dos ha sido titular y sólo en uno ha completado los 90 minutos. Fue a principios de año cuando el equipo tenía más de 16 bajas, entre sancionados, lesionados y positivos Covid, por lo que Xavi tuvo que agarrarse con lo único que le quedaba en la plantilla. Desde ese espejismo (Mallorca y Linares), desaparecido. Ningún minuto más.

Ahora mismo, Riqui Puig está en la cola del pelotón. Superado no sólo por Pedri y Frenkie de Jong, sino también por Gavi y Nico, no tiene encaje en el mediocampo. Y cuando llegue Sergi Roberto, en abril, también apunta que le pasará la mano por la cara.

Está claro que su situación es insostenible. Por mucho que se conforme y sea feliz en el FC Barcelona, un jugador de 22 años no puede estar media temporada viendo los partidos en el banquillo y entrenándose, como si no fuera con él la cosa. Con contrato hasta el 30 de junio del 2023, su futuro en el club no está garantizado. Lleva muchos años viviendo con la excusa de ser la eterna promesa, pero ahora ya ni tan siquiera es capaz de pasar la prueba del algodón…