Aunque no llevamos más que unos pocos días de 'mercato', queda claro que la "renovación" planteada por Laporta huele más a 'kilómetro cero' que a coche nuevo. No me entienda mal, astuto lector, casi veo preferible un Barça resignado a lavarse la cara con el agua del bacín que le permite su estrecho margen de maniobra económico y deportivo que uno entregado a un despilfarro de cascadas y fonts màgiques para ocultar que es un quiero y no puedo. La última vez que se encendieron los aspersores a todo trapo en el Camp Nou a destiempo quedó para la historia, y no precisamente en una página amable.

Obvio que Kun es ya casi más Abuelo que Agüero (acaba de shegar y sha cumplió 33, loco), que cuando un jugador se pasa tantos meses intentando volver al Barça como Èric García, en el momento en que se pone por fin la camiseta ya no interesa a nadie, y que Wijnaldum y Depay, casi con toda seguridad los próximos en llegar, son lo más parecido a fantasmas de las Navidades pasadas. Pero, se mire por donde se mire, fichar a cuatro internacionales de ese calibre abonando salarios razonables y primas de fichaje, sin dar para una lona publicitaria en condiciones, puede considerarse una andanada de refuerzos muy respetable.

También está Emerson Royal, del cual se sabe que además de tener nombre de Rey de la Bachata está fuertote y ha hecho buena temporada en un Betis con números de Champions entre enero y febrero. Ni tan mal. ¿Es esto lo que el barcelonismo esperaba de Laporta? Evidentemente no, o al menos no solo esto. Pero si la renovación de Messi termina de sanar los corazones culés y al menos los más ilustres de la vieja guardia del vestuario dan facilidades para reestructurar la plantilla, el barcelonismo ya notará en los mofletes algo de ese airecillo tan necesario para avivar un poco el fuego.

Las salidas, más necesarias para estabilizar la tesorería del club que para acometer un fichaje de postín, son la gran incógnita. Las de jugadores, quiero decir, porque lo de Koeman ya tiene toda la pinta de que si llega a terminar en divorcio no será una salida, sino una espantada. Como una lluvia fina, el president lo está poniendo de manera sutil a los pies de los caballos. Primero lo convocó a una reunión de la que el pobre Ronald salió como un ciervo al que le han dado las largas. Y hoy mismo podría renovarlo bajándole el sueldo y que pareciera que le está haciendo un favor. Encima, incluso le ficharía a un par de jugadores que él pidió... y a los que probablemente iba a fichar de todas formas porque son oportunidades de mercado. Luego, ¿adivinan de quién sería la culpa si llega diciembre y el Barça va séptimo u octavo? En efecto, es rubio, obviamente prefiere el chuletón a las acelgas y tampoco es descartable que dimita antes de que se le ponga cara de chaleco antibalas. 

Pero de la resolución de ese papelón, supongo, será de lo que trate el tosco sainete en clave azulgrana de la semana que viene. Porque, claro está, ser pobre y a la vez elegante es sumamente difícil.

P.D.: Nos vemos en Twitter: @juanblaugrana