Por un lado está Dani Alves, una leyenda en mayúsculas. Dani Alves es de los pocos jugadores que siempre ha dado la cara, de los que nunca se ha escondido y al que tampoco nunca podremos estarle suficientemente agradecidos por todo lo que nos ha dado a los culés.

El brasileño ha tenido una segunda etapa en el Camp Nou demasiado corta pero sin embargo a mí me ha demostrado que ha estado a la altura de las circunstancias. Solo Araujo, que no es lateral, me ha parecido más solvente en su posición y ahora al Barça se le vuelve a dar la vuelta al buscar de un carrilero que se encargue de tapar el vacío que nos deja.

8 temporadas y media, 23 títulos, 408 partidos, 22 goles y 107 asistencias. Los que venga detrás se llamen Dest, Sergi Roberto, Azpilicueta o el propio Araujo lo tienen muy difícil para acercarse a él. Alves es y ha sido el mejor lateral derecho de la historia del Barça y un ejemplo para el vestuario. Alves siempre será uno de los nuestros. Alves siempre será azulgrana.

Y por el otro lado encontramos a Ousmane Dembélé, que ha jugado con nosotros como ha querido, se le han dado más oportunidades que a ningún otro, se ha apostado por él y por su continuidad hasta el último momento y al final nos dará unas calabazas del tamaño del Camp Nou. 

Pero ¿sabéis qué os digo? Mejor. Este tipo de jugadores que no entienden la delicada situación económica del club no pueden tener sitio en el Barça, no pueden seguir vistiendo nuestros colores y ensuciando el nombre de la entidad. En el Barça sólo pueden jugar unos pocos elegidos y Dembélé nunca debería haber venido.

¿Quién es Ousmane Dembélé? ¿Por qué va a pasar a la historia? El que estaba llamado a ser el relevo de Neymar no le ha llegado ni a la suela del zapato. El segundo fichaje más caro de la historia del club ha sido un futbolista de cristal que ha hecho el ridículo absoluto dentro y fuera del campo con su vida personal. Él y su representante han demostrado que no se pueden hacer peor las cosas así que lo más lejos posible. Dembélé y Sissoko ya pueden acabar de hacer las maletas y que se vayan para siempre. Mucha suerte y gracias por tantos dolores de cabeza, con cualquier otro nos irá mejor.