El actual curso futbolístico finaliza el 30 de junio, un mes y cinco días después de la derrota del Barça contra el Valencia en la final de la Copa del Rey que desató una gran tormenta en el entorno azulgrana.

En tiempos difíciles, nada mejor que un fichaje mediático para anestesiar el cabreo del personal. Sorprendentemente, o no tanto, el Barça no ha ejecutado ninguna operación terapéutica, obsesionado como está el club con cuadrar las cuentas del ejercicio 2018-19. Mientras se especula con Griezmann y Neymar, en los despachos presumen de ingeniería financiera.

En junio, el Barça ha optado por la resignación, por la contención, pero su afición espera que julio sea un mes de mucha actividad en los despachos y de anuncios ilusionantes. La afición está impaciente, alguno incluso de los nervios, y aguarda noticias. A partir del lunes empezará la cuenta atrás con Griezmann, cuya cláusula de rescisión pasará de los 200 millones actuales a 120. Un pastón, pero menos.

El encaje de Griezmann no será fácil, pero el astro francés aportará ese plus de agresividad, calidad y competitividad que le ha faltado al Barça en los últimos meses.

La de Neymar es otra historia. Una historia más complicada. Y mucho más costosa. El PSG se la quiere colar al Barça, al tiempo que desea desprenderse de un futbolista con más eco mediático por sus escándalos que por su talento en los últimos meses.

El deseo de Messi no es motivo suficiente para abordar el regreso de Neymar, una operación con muchos riesgos y pocas certezas. Su llegada, además, podría comportar las salidas de Dembelé y Coutinho, dos futbolistas que fueron contratados para paliar el golpe que supuso la marcha de Ney.

El Barça quiere volver al punto de partida, al ya lejano 2017, pero por el camino se habrán perdido algunos millones y Neymar llegará bajo sospecha. Segundas partes, normalmente, no suelen ser buenas en can Barça, como bien saben Van Gaal y Stoichkov, por citar dos ejemplos.

De Bartomeu y su estructura técnica se esperan más movimientos. La llegada de Neto ni seduce ni horroriza, pero el Barça ha perdido una buena oportunidad para hacer cash con la salida de Cillessen. Innegociable debería ser el fichaje de un lateral zurdo, ni que sea para evitar otro fiasco como el del curso actual, y no estaría de más que se replantearan la llegada de un central si tantas dudas suscita la rodilla derecha de Umtiti.

El verano será  movido y el curso empezará con muchas dudas e incertidumbres. No lo tendrá fácil Valverde, que recibirá de lo lindo si las cosas empiezan mal. El técnico extremeño tiene muchos detractores, pero su futuro dependerá de la implicación y compromiso de los futbolistas. En tiempos convulsos, su pragmatismo y sensatez no son malos remedios. Si le añade un poco de alegría y atrevimiento, nada está perdido.