Gerard Piqué saluda a Laporta y Rafa Yuste / FC Barcelona

Gerard Piqué saluda a Laporta y Rafa Yuste / FC Barcelona

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Piqué, Laporta y las 'malas praxis' que debe vigilar el compliance officer

Sergi Atienza tiene la obligación de velar por las prácticas morales y éticas dentro del club

23 abril, 2022 23:55

La silla del compliance officer arde bajo la presidencia de Laporta. Desde que el abogado catalán regresó a lo más alto del club, ya han desfilado cuatro compliances ante sus ojos en apenas año y medio. El último en llegar ha sido Sergi Atienza, amigo personal de Jan y que durante más de siete años compartió despacho con él en la Avenida Diagonal, donde el mandatario culé trabaja junto a su socio Xavier Arbós.

El fichaje de Atienza se dio hace un mes y medio, y se engloba en un ámbito donde lo profesional queda ensombrecido por lo personal. Una vertiente que choca de frente con la función que debe desempeñar en el club: la obligación de velar por las buenas prácticas en todos los estamentos del club, haciendo que se cumplan los requisitos legales y reglamentarios externos, así como las políticas y los estatutos internos. De ahí que Laporta, para guardarse las espaldas, haya contratado a una persona de confianza que pueda callar en determinadas situaciones, o al menos ser más benevolente que otros en su cargo.

Última modificación del Código Ético

El presidente del Barça modificó el Código Ético de la entidad culé el pasado 31 de mayo, cuando introdujo el siguiente matiz a la hora de 'fichar' a trabajadores de su entorno directo, fueran familiares o amigos: “ [...]. Salvo que la solvencia profesional de la persona a contratar, así como sus méritos y condiciones estén contrastadas y justifiquen la conveniencia objetiva de contratar a aquella persona en lugar de otra”. Una semana después de matizar el escrito, el lunes 7 de junio de 2021, Maite Laporta fue contratada para crear un nuevo departamento que vela por la “inclusión y la diversidad cultural”. Su hermana, claro.

El Código Ético anterior impedía casos como el fichaje de Maite, así como de los negocios que ha llevado a cabo la empresa de Gerard Piqué, Kosmos, con la Federación Española en el acuerdo para la Supercopa en Arabia Saudí, que se gestó durante el año 2019. El reglamento anterior aseguraba que ni directivos ni jugadores podían lucrarse a través del club... ni ellos ni sus familiares directos. Desde las modificaciones de Laporta y su junta directiva, todo queda más abstracto y, dentro de esa densa neblina, algunos movimientos sospechosos o inmorales pueden ser invisibles a los ojos ajenos.

Psiqué en un acto de Kosmos / Kosmos

Psiqué en un acto de Kosmos / Kosmos

Gerard Piqué, en un acto de Kosmos / Kosmos

 

Delgada línea entre lo moral y lo incorrecto

En lo que concierne a la polémica por la que Laporta tuvo que aparecer en escena este martes, el lío de las entradas en el Camp Nou durante el Barça-Eintracht, el presidente acusó de mala praxis a los socios por impulsar la supuesta reventa de entradas a aficionados alemanes. También culpó a un tour operador, a un fallo informático y a otros factores ajenos a las actuaciones del club, que defendió ante todo. Sin embargo, ¿acaso no tenía intención la cúpula azulgrana de llenarse los bolsillos con la presencia masiva de alemanes? Seguramente sí, aunque la situación se descontroló de forma inesperada.

Volviendo a Gerard Piqué y su faceta empresarial, el ejemplo de la controversia que han generado sus negocios con Rubiales y la RFEF pone de manifiesto la importancia del juez de silla de turno, en este caso el compliance officer del FC Barcelona, para evitar que casos parecidos puedan afectar al club (y a su imagen) negativamente. En este contexto, cabe valorar hasta qué punto un departamento de compliance está capacitado y moralmente obligado a revisar con mimo este tipo de actuaciones.

Del Rakuten-Bartomeu al Rubiales-RFEF

Hace unos años, bajo el mando de Bartomeu en la presidencia, Gerard Piqué medió directamente con el máximo responsable de Rakuten, Hiroshi Mikitani. Y lo hizo porque podía hacerlo, porque tenía relación personal con él y creyó que el acuerdo con la multinacional japonesa podía beneficiar económicamente al Barça de cara al futuro. Teóricamente fue una buena praxis, porque a cambio de esa mediación nunca se ha hablado de que Piqué recibiese ningún tipo de comisión. Si la hubiera recibido, otro gallo cantaría. Porque el futbolista, de repente, podría sentirse legitimado para tener un trato distinto al del resto de jugadores de la plantilla culé.

Hiroshi Mikitani, Leo Messi, Neymar Junior y Gerard Piqué en un acto de Rakuten / FC Barcelona

Hiroshi Mikitani, Leo Messi, Neymar Junior y Gerard Piqué en un acto de Rakuten / FC Barcelona

Hiroshi Mikitani, Leo Messi, Neymar Junior y Gerard Piqué en un acto de Rakuten / FC Barcelona

Y eso, además de generar un posible conflicto de intereses, no sería ético. Si algo desprenden los audios de camaradería entre Piqué y Rubiales, además de haber servido para gestar acuerdos que benefician a ambos (aunque la RFEF no pague a Kosmos), es que tanta cercanía acaba induciendo a praxis sospechosas. Un ejemplo es que el zaguero azulgrana, viendo lo bien que marchaban las negociaciones RFEF-Kosmos con Arabia Saudí para mandar allí la Supercopa de España, después se viera autorizado a pedir a Rubiales que le ayudase a estar en los Juegos Olímpicos de Tokyo 2020. Una ventaja añadida sobre el resto de futbolistas nacionales.

Lo que está claro es que, por unas cosas u otras, al final nada es gratis. Para evitar situaciones incómodas que puedan dañar la imagen del club, además de la moralidad de quienes trabajan en él, la figura del compliance officer es más importante que nunca. Los casos más recientes así lo demuestran. ¿Demasiado presión para Sergi Atienza... ¿Para un amigo personal de Joan Laporta? El paso del tiempo nos brindará la respuesta.