De jong, decepcionado ante una nueva resaca del B en Lisboa con Éric García y Araujo de testigos / EFE

De jong, decepcionado ante una nueva resaca del B en Lisboa con Éric García y Araujo de testigos / EFE

Primer equipo

Las insufribles resacas del Barça en Lisboa

Ocho jugadores de la escuadra azulgrana y Koeman quedan retratados contra el Benfica

30 septiembre, 2021 04:01

Ya empieza a ser costumbre que el FC Barcelona vague como alma en pena por los estadios más resplandecientes de Europa. La Champions se ha convertido en el escenario idóneo para que los jugadores del Barça protagonicen las más tristes y esperpénticas comedias. Ya ni siquiera hace falta que el verdugo sea un coloso como Bayern o Liverpool; cualquier mediocre hace sangre a costa de los culés. Da Luz se ha erigido en la meca de los ridículos más espantosos del club que ahora preside Joan Laporta, dejando pequeños los recuerdos del Olímpico de Roma o Anfield. Las resacas de Lisboa ya han pasado a la historia. Son insufribles. 

Hace poco más de un año, fue el Bayern en Da Luz el que desnudó las vergüenzas del Barça con Quique Setién en el banquillo. Aquel memorable 2-8 terminó con la orejuda en las vitrinas del equipo teutón. 13 meses después, el mismo conjunto bávaro, con perros viejos como el desesperante Muller a la cabeza, endosaba otro humillante 0-3 a los blaugranas en el Camp Nou. Tan solo dos semanas más tarde, sin el Bayern pero nuevamente en Lisboa, se repite la misma historia: 3-0 y para casa. La combinación Bayern-Lisboa le sigue costando seis goles de diferencia al equipo que hace solo 10 años desplegaba el mejor fútbol de todos los tiempos. 

Muchos son los entrenadores que han pasado por el club en estos años convulsos. Luis Enrique, Valverde, Setién y Koeman han soportado humillaciones futbolísticas de las que jamás se olvidan. Como presidente, las sufrió Josep María Bartomeu y, de momento, también se las tiene que tragar Laporta. En su caso, a pares: dos goleadas en dos partidos. Hay algunos jugadores que salen en todas esas fotos mientras el entorno culé se empeña en pedir la cabeza de otro entrenador. Unos futbolistas pasados de rosca, que viven en una resaca permanente. Otros llevan menos tiempo, pero van camino de seguir la misma estela derrotista que arrastran sus veteranos líderes. 

Los que salen en todas las fotos 

El que más escaldado está saliendo últimamente es Sergi Roberto. Nadie se fija en los dos goles que marcó a principios de curso, ni le atribuyen mérito alguno por el estéril tanto del 6-1 que coronó una remontada gloriosa en octavos de 2017 ante el PSG. Un triunfo que, a la postre, no sirvió de nada ya que en cuartos la Juventus hizo añicos a un Barça que todavía mantenía a la MSN como gran tridente: Messi, Suárez y Neymar. La realidad de Roberto es que suma bien poco al equipo y, pese a su gol histórico, ha salido retratado en todas las fotos de las grandes derrotas europeas. Ni Koeman cuenta ya con él como lateral, aunque se empeña en ponerlo de carrilero, falso extremo o interior. Sus compañeros lo defienden porque es un buen amigo, fiel a los colores, barcelonista como el que más. Pero no lo suficiente como para reconocer que, con un salario de unos 10 millones de euros brutos, ya resta más de lo que aporta al supuesto club de sus amores. 

Busquets y Sergi Roberto corren a la desesperada tras un jugador del Benfica / EFE

Busquets y Sergi Roberto corren a la desesperada tras un jugador del Benfica / EFE

Busquets y Sergi Roberto corren a la desesperada tras un jugador del Benfica / EFE

Piqué y Busquets también vuelven a salir esquilmados de Lisboa. En las noches grandes, se hacen cada vez más pequeños. El central de Sarrià corre menos que un tractor y aunque maneja bien el posicionamiento, este año da más síntomas que nunca de que la edad le pasa factura. Su tarjeta amarilla de impotencia ante el Benfica, y la que le perdonó el árbitro para no expulsarlo en el minuto 30, dejan patente el mal momento en el que se encuentra. Busquets, virtuoso del juego posicional como pocos, tiene la inteligencia suficiente como para agarrarse a la élite eternamente pero su físico cada vez se equipara más al de rivales como Granada, Cádiz y Levante que al de los contrincantes medianos de la Champions. 

Ter Stegen es otro de los que ha salido en todas las fotos de las grandes derrotas europeas. Esas noches para el olvido donde cuando se recuerdan los goles encajados inevitablemente suena el nombre del portero que trataba de evitarlos. Entre Roma (3), Liverpool (4), Bayern en Lisboa (8), PSG en Barcelona (4), Bayern en el Camp Nou (3) y Benfica en Lisboa (3) ya suma la friolera de 25 mazazos que forman parte de la historia negra del Barça. En este último partido de Da Luz estuvo especialmente mal, encajando un abortable gol del uruguayo Darwin Núñez, que parecía Pelé contra los desubicados azulgranas. El mismo delantero le engañó para anotar el tercero de penalti. Tampoco estuvo muy avispado para evitar el segundo, de Rafa Silva, aunque su peor acción fue una excursión sin sentido que podría haber originado el hat-trick de Darwin si no lo llega a evitar el poste. 

Los dos peores: Éric y De Jong

Ninguno de los citados hasta ahora fue el peor del partido. Ese dudoso honor corresponde a Éric García, el fichaje deseado desde hacía más de un año y por el que el Barça estuvo a punto de pagar 20 millones de euros. Laporta estuvo ágil negándose a pagar traspaso por un jugador al que, cada vez queda más claro, Guardiola se sacó de encima. Fatal en la acción defensiva a Darwin en el primer gol, deja patente cada día que no tiene físico para defender en el Barça y que únicamente tiene salida de balón, una cualidad del todo insuficiente para rendir en el Camp Nou. Terminó expulsado por doble amarilla, y ya es su segunda expulsión esta temporada, lo que confirma que no es central para ser titular y que incluso Lenglet debería pasar por delante de él (si es que Laporta lo permite). 

Darwin Núñez deja retratados a Sergi Roberto, Éric García y Ter Stegen en el Benfica-Barça / EFE

Darwin Núñez deja retratados a Sergi Roberto, Éric García y Ter Stegen en el Benfica-Barça / EFE

Darwin Núñez deja retratados a Sergi Roberto, Éric García y Ter Stegen en el Benfica-Barça / EFE

Como importante aspirante a quitar a Éric el trono de peor del partido estuvo Luuk de Jong, un casi jubilado que el Sevilla se quitó de encima porque era el suplente del suplente del suplente del equipo que dirige Julen Lopetegui, donde le pasaba la mano por la cara un exculé como Munir, que podría hacer bastante más faena que el holandés para el Barça. De Jong interviene poco, pero cuando lo hace suele ser para mal, ya que su velocidad de reflejos no está a la altura de lo que exige el fútbol de élite. Contra el Benfica falló las tres ocasiones más claras del partido. En todas reaccionó entre uno y dos segundos tarde. 

También quedan suspendidos del Benfica-Barça dos jugadores que pueden tener un gran futuro pero que, como miembros de la defensa, no se pueden salvar en una derrota tan censurable. Segiño Dest, que venía de brillar contra el Levante, se mostró apático, errático en la toma de decisiones y muchas veces desubicado en el 3-5-2 propuesto por Koeman. Ronald Araujo, uno de los jugadores de moda y que más ilusionan en este inicio de curso, tampoco estuvo bien contra el Benfica. Si bien es con creces el defensa más fiable de la plantilla, todavía tiene mucho que mejorar en conducción y salida de balón, aspecto que condicionó a Koeman para terminar poniendo a Frenkie de Jong como tercer central. 

Koeman, con los días contados

Lo cierto es que Ronald Koeman, injustamente vilipendiado tras la mayoría de partidos desde que comenzó la temporada, sí que debe cargar con buena parte de la responsabilidad de lo que ocurrió en Lisboa. Su gestión táctica del partido fue horrorosa. Se equivocó por completo al apostar por el 3-5-2 y cuando más fácil lo tenía para rectificar, con el acertado cambio de Piqué, cometió el error imperdonable de retrasar a De Jong, el jugador que más estaba aportando en la faceta ofensiva. Con el medio holandés de central, el Barça perdió profundidad y dejó de ser incisivo. Koeman tuvo la oportunidad de resolverlo a la media parte, pero no lo hizo. Quiso morir con su idea del 3-5-2 y lo cierto es que así será: ha cavado su propia tumba y su continuidad a medio plazo se da por imposible. El Metropolitano, dirigiendo desde la grada, va camino de ser su último partido.